jueves, 28 de enero de 2010

BUEN VIAJE.-

A veces me aterra la velocidad con la que fluye la vida.. y nuestro reloj personal suma granitos de arena a nuestro Everest del tiempo.
Quisiera poder reclamarle, exigirle.. un caminar pausado, uan cámara lenta, un mayor control de cada momento.
Una retrospectiva.
Y es que le debo tanto a la vida, pues a fin de cuentas que le he dado yo?. Le debo tanto que no me siento capaz de exigirle aún más, pues así como se me presenta, regalandome su generosidad, agitando mis agujas, convirtiendo en bella melodía el tracketeo de los segundo.

Somos efímeros, una pequeña llama que se sacude entre tantas.

Pausa, pido, minuto, esos segundos más del veristo: "..el que no se escondió, se jodió..".
Tiempo fuera del tiempo, aguajas que abandonen sus órbitas, números infinitos.
Relojes de espejos, dónde cada: "¿Qué hora es?" sea un encuentro con nosotros mismos.
No olvidemos que el tic-tac de nuestra vida lo entonamos nosotros.
Puedo ser tu tic, y puedes ser mi tac. Y así descansando en la aguja de algún segundero, vencer su fuerza y disponernos al pleno goce de un presente constante. Siempre mio, siempre tuyo, nuestro!
Ser fuerza pujante en él. Ser su tic y su tac.
Que el tiempo nos sea un eterno contador de cuan agradecidos debieramos estar de esta vida.

Pido!!!

Y es que estamos en "pido".
Y como primera instrucción de una buena escondida, no te quedes a la espera del piedra libre, pues la adrenalina del juego, no esta en lo estático, esta en el movimiento, en el viaje!

Llevando a alguien en mi auto, algún tiempo atrás, aprendi una gran lección. Mientras los metros entre mi auto y el destino, eran devorados por mis ruedas, gozaba de una gran compañia a mi lado, silenciosa, volando sobre el pavimento. Nunca habló. Pero a pocos metros de llegar al destino, con mucha seguridad en su tímida voz, sinceró:
"Quisiera no llegar, quisiera que este viaje no acabase."
Un escalofrío subió por mi espalda y me abrazó por el cuello.
Deje de sentirme piloto de aquel auto, pues supe inmediatamente, el viaje no era aquel que precisamente emprendíamos en ese auto. Y comprendí cuan largo puede ser un viaje...
Tan largo como una vida misma, y tan maravilloso, como el tranquilo respirar de mi compañia...

Abrochen sus cinturones! Respiren profundo!

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